Un nuevo personaje de la Liga de la Justicia es presentado con espectacularidad épica y con inéditos tintes afectivos…
Por JOBLAR
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
Conocí a la Liga de la Justicia cuando leía las revistas de la Editorial Novaro, en los años ‘60. Los protagonistas eran (en orden alfabético): Aquaman, Batman, Detective Marciano, Flash, Linterna Verde, Marvila y Superman. A ellos se unía un “simple mortal”, llamado Carlos Tris, que ayudaba en aquellos casos en los que los superpoderes no bastaban.
Aquaman ya apareció en Batman vs Superman: El origen de la justicia (Batman v Superman: Dawn of Justice, 2016) y en Liga de la justicia (Justice League, 2017), ambas dirigidas por Zack Snyder.
Eran simples cameos y se esperaba una película dedicada sólo a él y aquí está, pero dirigida por James Wan, especialista en cintas de terror como El juego del miedo (Saw, 2004), La noche del demonio (Insidious, 2010), El conjuro (The Conjuring, 2013) y toda su secuela, ya sea como director o como productor.
Esta película del australiano de origen malayo y chino, es toda una sorpresa. Además de su espectacularidad (incluye una batalla submarina que no veía desde el Thunderball – Operación Trueno, de Terence Young, en 1965) y de sus rasgos de ciclo caballeresco bretón (Aquaman se llama Arthur y rescata no una espada, sino un tridente), tiene tintes afectivos, que hacen falta en estas epopeyas y que aquí funcionan a la perfección.
En un prólogo de poco más de 10 minutos, conocemos la historia de amor entre una princesa de la Atlántida (Nicole Kidman, en el máximo de su esplendor como mujer y como actriz) y un humilde guardafaros (el neozelandés Temuera Morrison), que la rescata moribunda del mar en una noche de tormenta.
El fruto es Arthur, que —como todos los héroes— tendrá un maestro (Nuidis Vulko, interpretado por Willem Dafoe) y vivirá una existencia híbrida, llena de contradicciones. Su versión adulta es el gigantón hawaiano Jason Momoa (1,93 m. Baywatch 1999-2001; Conan el bárbaro 2011), que me recordó al Maui de Moana (2016).
Dejando de lado los espectaculares efectos especiales y el relato, que pueden disfrutar directamente, deseo —como siempre— reflexionar acerca de las segundas lecturas que se perciben en estos cómics que pasaron del papel impreso a la pantalla. Una es, sin duda, el temor a la responsabilidad del poder; otro, el del afecto familiar que está por encima de todo lo demás. No faltan las referencias judaicas (el Rey Orm, de Patrick Wilson, tiene mucho de Caín; Mera, encarnada por la modelo porno Amber Heard, es una especie de Lilith), pero, sobre todo, el eterno tema del mestizo, que siempre ha sido un leitmotiv de la cultura estadounidense. Y que tiene plena vigencia con personajes como Obama y/o temas como la inmigración.
(Aquaman. Australia/USA, 2018)
TRAILER DEL FILM
“AQUAMAN”
PRODUCCIÓN:
Fandango Latam