“PARANOID PARK” — Comentario de CINE

Viviendo una adolescencia sin expectativas, el protagonista —desplazándose con su patineta— se mueve en un ámbito sin guías y sin valores, al punto de involucrarse, casual pero fatalmente, en un hecho delictivo.
Se estrenó en:
www.CentroArteAlameda.tv

Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile

 

Gus van Sant (nacido en Louisville, Kentucky, el 24 de julio de 1952), es uno de esos directores cuyas películas hay que ir a verlas preparado. Su tema predilecto son los jóvenes de fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI, con todas sus carencias y vacíos existenciales. Definitivamente, no son argumentos fáciles de digerir y aceptar.

Paranoid Park llega al público chileno con casi 14 años de atraso y cuando éste ya ha visto obras inquietantes como Drugstore Cowboy (1989; con Matt Dillon), Mi mundo privado (My Own Private Idaho, 1991; con un River Phoenix, que murió por sobredosis a los 23 años, y Keanu Reeves), Las mujeres también se ponen tristes (Even Cowgirls Get the Blues, 1994; con Uma Thurman), Todo por un sueño (To Die For, 1995; con Nicole Kidman), En busca del destino (Good Will Hunting,1997; con Matt Damon y Robin Williams) y Descubriendo a Forrester (Finding Forrester, 2000; con Rob Brown y Sean Connery).

Todas, con un común denominador: jóvenes aproblemados e inadaptados.

No puedo dejar de citar también su experimento de volver a filmar Psicosis (Psycho, 1998) de Alfred Hitchcock, que merece un artículo aparte, y Elephant (2003), acerca de la matanza en el Instituto di Colombine. Todos temas agobiantes, como el sucesivo Milk (2008, con Sean Penn y Josh Brolin), que vuelve a insistir en los derechos de los homosexuales.

Paranoid Park replica temas conocidos con actores desconocidos.

Alex (Gabe Nebins) es un adolescente de 16 años, que vive con su madre y un hermano menor. De su biografía nos enteramos por el interrogatorio al que lo somete un policía (Daniel Liu), que investiga la muerte de un cuidador nocturno arrollado por un tren. Su vida se alterna entre el colegio, un “pololeo” inconsistente con Jennifer (Taylor Momsen) y mucha patineta (skateboard, para los siúticos).

El parque donde fue a practicarlo en Portland (Oregon) es frecuentado por gente poco recomendable, pero no es un gran inconveniente para un muchacho sin apoyo paterno y sin expectativas en la vida. Los constantes primeros planos y la música reafirman una soledad existencial aplastante. Lo mismo ocurre con los extensos travellings por pasillos interminables y los patinadores dentro de un corredor circular del que no se puede salir.

La película no tiene un desarrollo lineal, sino que es repetitiva de ciertos momentos claves que vuelven a la mente del espectador y del personaje, mientras éste escribe una carta con un claro objetivo catártico. Después se sabrá que fue una sugerencia de Macy (Lauren McKinney), una muchacha con el rostro lleno de barros propios de la pubertad.

La puesta en escena me recordó una película que provocó escándalo hace un cuarto de siglo: Kids (de Larry Clark, 1995, con jóvenes actores desconocidos de los cuales se han destacado Chloë Sevigny y Rosario Dawson). El tema era delicado, porque trataba del SIDA y he descubierto que su primer productor fue justamente Gus van Sant. Después de una entera generación, los jóvenes no han progresado un gran qué y el rol de los adultos es cada vez más inexistente.

Quiero evidenciar sólo algunos detalles estrictamente cinematográficos.

El primero es la capacidad que tiene el director para suscitar un suspenso de las cosas más banales. Como el Raskolnikov de Crimen y castigo, Alex sospecha que todos saben lo que él no quiere que sepan: una compra en el fastfood, hojear un diario o una conversación cualquiera pueden delatarlo. En cambio, si algo no preocupa a sus amigos es el policía: “es mal pagado y los adultos trabajan por dinero”.

El segundo es el manejo de la fotografía, que se ofrece en varios tipos de cámaras con resultados diversos, pero coherentes entre sí. Es decir, no molesta que se pase de un formato a otro. Es esa variedad la que agiliza una acción objetiva casi inexistente.

Y el tercero, es la música, que va de Beethoven a Nino Rota. Y éste último me interesa especialmente, porque resulta alucinante escuchar los temas de Julieta de los espíritus referidos a un mundo juvenil inconsistente.

Por último, es de antología la conversación final opacada por la banda sonora del episodio de la Gradisca y el príncipe, que no deja oír el dramático diálogo en el que el espectador ve reaccionar a una desesperada Jennifer vestida de porrista, que debe aceptar una dolorosa realidad.

Es una cinta para los que exigen buen cine.

(“Paranoid Park”. Francia / USA, 2009)


TRAILER DEL FILM:
“PARANOID PARK”

 PRODUCCIÓN:
CINE ONLINE 1

 

 

 

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