“SERGIO LARRAÍN: EL INSTANTE ETERNO” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Con su documental acerca de este fotógrafo, Sebastián Moreno entrega una segunda lectura: la existencia de la clase alta chilena y su solipsismo…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile

La fama es el recuerdo que dejamos en los demás, sobre todo cuando traspasa los muros hogareños. Sergio Larraín Echeñique es recordado por los que vieron alguna vez sus trabajos fotográficos, entre los que hay colegas calificados como Luis Poirot, que entrega su autorizada opinión.

Sebastián Moreno (La ciudad de los fotógrafos, 2006) rinde un homenaje a un fotógrafo chileno, pero – al mismo tiempo— entrega información acerca de la clase alta que ha manejado el país desde siempre y con su tendencia al solipsismo, alejada de la realidad.

El padre del artista fue Sergio Larraín García-Moreno, el mismo dueño de la colección arqueológica que dio origen al Museo Precolombino de Chile. No era un hombre acomodado, sino un hombre rico y —por eso— ni a Sergio ni a sus tres hermanas les faltó cosa alguna. En la mansión que habitaban había un parque con piscina y hasta tenían filmadora, con la que quedaron registrados los buenos momentos que pasó cuando niño.

Con su partida a Estados Unidos para estudiar ingeniería forestal empieza la historia del “pobre niño rico” insatisfecho con lo que hace, que puede darse el gusto de volver a Chile a tomar fotos, visitar Europa y el Oriente Medio con su familia y —gracias a sus contactos— entrar a trabajar a la Agencia Magnum, de París.

Mientras tanto, a fines de los años ‘50, había “reporteado” la vida de los “pelusas” del Mapocho, lo que le permitió ganar dinero y entrar en contacto con instituciones como la Fundación Mi Casa y el Hogar de Cristo (esta última ahora en el tapete noticioso por situaciones poco gratificantes, como la pedofilia).

En Italia, entró más tarde en relación con la mafia siciliana, matizando su vida con reportajes como el matrimonio del Sha de Irán con Farah Diva.

Es mucho el material que Moreno pudo recopilar y seleccionar. A pesar de la gran cantidad de imágenes que muestra, no da mayores claves de lectura del trabajo de Larraín desde un punto de vista estético: sólo hay algunas menciones al uso del rectángulo como patrón cinematográfico, pero sin profundizar, por ejemplo, la búsqueda de la perspectiva áurea.

Se empecina más en mostrarnos a una especie de romántico del siglo XIX, que puede darse el lujo de dedicarse a la fotografía mientras tiene una hija con una artista franco-peruana y un hijo con una aristócrata separada de su marido, mientras practican meditación trascendental con un gurú boliviano. Todo para terminar en Tulahuén, aislado del mundo como un “héroe” al estilo Gauguin o incomprendido como un personaje de Lord Byron.

Los interesados pueden ver la película en la sala virtual de Punto Ticket.

(“Sergio Larraín: El instante eterno” – Chile, 2021)

 

TRAILER DEL FILM:
“SERGIO LARRAÍN: EL INSTANTE ETERNO”

PRODUCCIÓN:
Market Chile

 

 

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