Una película aparentemente superficial, que plantea el tema de la carencia afectiva, la baja autoestima y el triunfo del feminismo por sobre la irresponsabilidad y superficialidad masculinas…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
Shailene Woodley ha sabido entregar una imagen de buena chica con gran histrionismo y una expresión corporal (su sonrisa, por ejemplo) que la hace aparecer como una heroína del cine mudo. ¿Quién podría pensar que le diagnosticaron escoliosis vertebral a los 15 años cuando se le ve como la acrobática Tris en la serie Divergente? Es bueno recordar que debían ser cuatro películas: Divergente (Divergent, de Neil Burger, 2014), Insurgente (Insurgent, de Robert Schwentke, 2015), Leal (Allegiant, de Robert Schwentke, 2016) y Ascendant, que era la segunda parte del tercer capítulo (como ya lo habían hecho otras series del tipo Crepúsculo y Harry Potter), pero que nunca se realizó por el fracaso de taquilla.
Entre otras películas, no puede olvidarse que hizo llorar a las plateas con Bajo una misma estrella (The Fault in Our Stars, de Josh Boone, 2014).
Para comentar Finales, principios es casi imposible no ser spoiler. Daphne, la protagonista, ha llegado al umbral de los 30 años y, a pesar de que quisiera darle un sentido a su vida, se resiste a ser una adulta joven. Debido a un desliz en una fiesta, decide renunciar a su trabajo y rompe su relación con Adrian (Matthew Gray Gubler), un muchacho que era un presagio de amor y un buen partido para un matrimonio seguro. Lo reconocerá más tarde: fue como la luz de las estrellas: existe, pero tarda en llegar.
Dispuesta a recomenzar de cero, entra en un período de reflexión sin alcohol y sin sexo. Pero en ella hay un elemento sociogenético que lo impide. Su madre (Wendy Malick), es de por sí una mujer afectivamente inestable que ha cambiado varias veces de pareja y Daphne es el producto de una relación extramarital; la joven, además, rebasa fuerza hormonal que necesita ser satisfecha.
Fumadora compulsiva, conoce y frecuenta a dos muchachos, que son polos opuestos, pero que mantienen entre ellos un vínculo de amistad rayano en lo homosexual: Frank “el malo” (Jamie Dornan, que demuestra que es el mismo pésimo actor de las “Cincuenta sombras de Grey”) y Jack “el bueno” (Sebastian Stan, el “Bucky” de Capitán América).
Yo me detengo aquí, pero deseo reflexionar brevemente acerca del contenido del film. No creo que se trate simplemente de una jovencita ligera de cascos que no sabe lo que quiere. Su expresión corporal (que ya señalé) me transmite la impresión de una persona que tiene una gran carencia afectiva y una baja autoestima. Por ejemplo, las secuencias de sexo revelan una desesperación por el orgasmo imposible de conseguir. Y los dos “pretendientes” se confunden como si fueran dos caras de una misma medalla. Manteniendo las distancias, me recuerdan el juego actoral que llevó a cabo Luis Buñuel con El obscuro objeto del deseo, en 1977. Aquí Daphne busca disfrutar de lo mejor de cada uno, pero su misma perenne insatisfacción se lo impide.
Hay más de una reminiscencia hippy, pero —aunque juegue al flipper— los acontecimientos transcurren en la época actual y se aprecia tanto por el vestuario como por el uso frecuente del celular, que se transforma en un verdadero curso lingüístico de lugares comunes y frases hechas en inglés. No hay, por lo tanto, excusas de “modas” de otro tiempo: la situación es de ahora y, según parece, más valida de lo que se pudiera creer.
Más que un feminismo trasnochado me parece un feminismo de buena cepa, capaz de anular la irresponsabilidad y la superficialidad de los varones. Y, en este sentido, merecen una mención los personajes secundarios, como la hermanastra y las amigas del taller artístico.
(“Endings, Beginnings”. USA / Corea del Sur, 2019)
TRAILER DEL FILM:
“FINALES, PRINCIPIOS”
PRODUCCIÓN
Vértigo Films
