“TERROR EN ALTAMAR”: JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Coproducida por varios países, es una película que se deja ver con agrado y con buen sentido del suspenso. Más que ciencia ficción es el relato de un riesgo que puede correrse en circunstancias que la codicia lleve a no respetar las reglas del juego…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile

 

Creo que la intertextualidad tiene poco que ver en esta película que, en vez de explotar temas ya desarrollados, tiende a desarrollar un relato coherente y creíble acerca de hechos que podrían ocurrir verdaderamente cuando no se cumple con las reglas del juego.

De partida, la protagonista es Siobhán (excelente interpretación de Hermione Corfield, 1993), una candidata a doctora en biología marina que debe dejar sus investigaciones de laboratorio para ir “a terreno” embarcándose en un pequeño navío pesquero.

Hasta el momento, su trabajo ha sido sobre todo virtual, con manejo especializado de computador y —por ello— se percatará de los graves riesgos que corren los tripulantes cuando se ven enfrentados a una amenaza que viene de la profundidad de los mares (que el hombre, prácticamente, desconoce).

Su tarea ha sido siempre identificar y extrapolar patrones del comportamiento de la fauna marina. Luego ha generado algoritmos y simulaciones informáticas para predecir resultados ecológicos.

Ahora debe fotografiar las capturas, buscar anomalías. El barco lleva por nombre “Niamh Cinn Oir” y se refiere a una leyenda gaélica, que tiene de protagonista a un hada (Niamh, “la del cabello dorado”), que los marinos identifican en las medusas fosforescentes que pasan casi a flor de agua.

Siobhán tiene el cabello rojo y para los trabajadores del mar es signo de mala suerte. Para ella no es causa de los problemas que se suscitan, sino coincidencia. De hecho, no tiene culpa alguna que se encuentren varados por un monstruo marino. Ni tampoco que la tripulación se contamine con extraños parásitos por incursionar en un barco a la deriva que lleva consigo sólo cadáveres con las órbitas destrozadas. Su muerte no se había debido a la mítica “fiebre del mar” (Sea Fever).

La culpa, en cambio, es del capitán (Dougray Scott) que —sin seguir las instrucciones recibidas— y sin que lo sepa su esposa, propietaria del pesquero (Connie Nielsen), se interna en aguas no autorizadas. Cuando queda varado en medio del mar, Siobhán descubrirá con una inmersión (que debía ser parte de su pasantía) que éste ha sido atrapado por un organismo gigantesco parecido a un calamar. Además, está infectando la instalación de purificación del agua que se filtra para el uso humano y —cuando quieren alejarse— ya es demasiado tarde.

Hasta aquí mi resumen del argumento que muestra a la jovencita (taciturna, pero que transmite con fuerza su gran capacidad intelectual), que trata de frenar la propagación de la infección no sólo en el barco, sino también hacia el mundo exterior. Y allí hay un tema que no era evidente en el momento que se filmó la película: la responsabilidad personal y la responsabilidad colectiva.

Es la opera prima de la directora televisiva irlandesa, Neasa Hardiman, y logra imprimirle tensión progresiva. Opone el mundo científico y el pensamiento mágico, salvar el propio pellejo o frenar la expansión de un morbo desconocido. ¡Y lo consigue!

(“Sea Fever”. Irlanda / Suecia / Bélgica, 2019)

 TRAILER DEL FILM:
“TERROR EN ALTAMAR”
 

 PRODUCCIÓN:
SensaCine Trailers

 

 

 

 

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