“INVITACIÓN DE BODA” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Película palestina que retrata la realidad de una nación sin territorio, que no ha perdido su calidad humana… No hay violencia ni trasgresión de tipo alguno: los protagonistas se adaptan a la realidad que les toca vivir…

Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
 

Shadi, joven arquitecto palestino que vive en Italia, regresa a Nazareth para el matrimonio de su hermana y ayuda a su padre a cumplir con el “wajib”, esto es con la entrega de las invitaciones por mano, como se usa en su tradición nacional.

Mientras recorren la ciudad y son bien recibidos en todas las casas, el profesor Abu Shadi, de 65 años, que espera que lo nombren director para culminar su vida profesional, actualiza con su hijo dos existencias que se han desarrollado por separado. A él lo abandonó su esposa, que ahora vive con su pareja en Estados Unidos. No sólo tuvo que criar a dos hijos sin madre, sino también adaptarse a la administración israelita para mantener su trabajo y alejar al muchacho porque, con sus actividades de cineclub, era sospechoso para los servicios secretos gubernamentales. Ahora, el joven trabaja en Europa y es pareja de una hija de un dirigente internacional de la OLP.

Son dos mundos diferentes y, al parecer, irreconciliables. Por un lado, está el someterse al Estado de Israel como una forma de sobrevivir en una situación de miedo y compromiso; por el otro, se mantiene el Estado de Palestina como una aspiración incumplida de lo que alguna vez fue y podría volver a ser. El idealismo está bien como meta intelectual, pero —para poder permanecer en la propia tierra—, es necesario un cierto pragmatismo.

A pesar de su moño y su camisa floreada, todos los que conocen a Shadi esperan que éste vuelva, se case con una muchacha del lugar y forme una familia. Porque queda claro que son las familias las que mantienen la idea de un Estado Palestino autónomo. Mientras tanto, aceptan los tacos automovilísticos, la basura sin retirar, el plástico que cubre los edificios porque se han acostumbrado a ellos, los peluches y los viejos pascueros. Y también los emigrantes necesitados: en este caso, un niño cisjordano que vende en la calle.

La directora, Annemarie Jacir, lleva al espectador a recorrer el mundo de la minoría palestina, invisibilizada entre una mayoría de población musulmana y un control judío en el ámbito político y educacional. Y —como chileno que soy— me ha conmovido ver cómo estas personas se comportan del mismo modo que en mi país: afables, cariñosas (el cafecito o el traguito es obligatorio para cualquier visita), trabajadoras y accesibles. Sus casas y departamentos limpios y ordenados, el pesebre en diciembre, la imagen de la Virgen María.

Alguna vez también las chilenas y los chilenos se comportaban así. Las razones del cambio se conocen, pero se tratan de ignorar: la multinacionalidad ha ido borrando la idea de patria; la corrupción y el falso bienestar han arruinando la idea de ciudadanía.

Los palestinos siguen siendo una nación que no renuncia a ser, por sobre todo, humana.

(“Wajib”. Palestina / Francia / Colombia / Alemania / Emiratos Árabes Unidos / Qatar / Noruega, 2017)

 TRAILER DEL FILM:
“INVITACIÓN DE BODA”

PRODUCCIÓN:
Trailers y Estrenos

 

 

 

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