“EL INTÉRPRETE” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Muy buena película, que toca un tema de constante actualidad: la responsabilidad acerca de los crímenes cometidos por abuso de autoridad. Porque no tiene (al menos en apariencia) fines proselitistas, se ve con agrado y con estructura de road movie

Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile 

El relato fluye de manera simpática y genera el espacio necesario para reflexionar acerca de las violaciones a los Derechos Humanos y acerca de las responsabilidades compartidas.

Empiezo por rendir homenaje a Jirí Menzel, que aquí es actor, pero que dirigió una obra maestra de la cinematografía como es Trenes rigurosamente vigilados (Ostre sledované vlaky, 1966), que se reía de la burocracia del régimen socialista mientras desarrollaba un relato altamente dramático, como era un atentado contra los nazis, junto a las tribulaciones de un muchacho que sufría de eyaculación precoz.

No soy spoiler por naturaleza y, debido a ello, no daré mayores detalles. Simplemente, entran en contacto dos hombres disímiles, pero unidos por una realidad histórica: Ali Ungár, de más de 80 años, es un judío cuyos padres fueron hechos fusilar por un oficial de las SS, el padre de Georg, un profesor jubilado que ya tiene más de 70 años.

Debido a que éste último decide ir desde Austria, donde reside, a Eslovaquia donde su progenitor prestó servicios, contrata a Ali como intérprete.

Y se da comienzo a un gustoso road movie, que pone juntos a dos hombres completamente distintos en cuanto a vida y costumbres. Ya en la partida se produce un hecho que pondrá a prueba sus respectivas “Weltanschauung”: se unen en el primer tramo dos muchachas masajistas de spam hotelero, lo que permite evidenciar sus diferentes puntos de vista.

Después viene el reencuentro con el pasado. En efecto, Georg Fraubner (soberbia interpretación de Peter Simonischek) no tiene culpa alguna de los delitos por los que fue juzgado su padre, al que primero consideró un héroe y después un asesino. Por su parte, Ali quiere saber de la suerte que corrieron sus progenitores, pero la realidad es otra: después de tanto tiempo, víctimas y victimarios quieren olvidar. En una casa campesina, matan a un carnero, cuya sangre estila mientras todos conversan como si no se hubiera cometido un crimen. Obviamente, es todo un símbolo.

Recuerdo que hace años estuvo en Chile el escritor italiano Federico Cammon y yo le serví de intérprete. Contó que fue considerado un “traidor” por haberse referido a hechos ocurridos en su pueblo durante la guerra. Del mismo modo, la población que había sido víctima de los alemanes se negaba a denunciar a sus victimarios. En esta película, un “colaboracionista”, que ahora está con alzheimer en una casa de reposo, resultó ser un honesto comerciante al que le “sugirieron” llevar a cabo un proceso de “arianización” en su negocio.

Queda claro que Georg no tiene culpa alguna de ser el hijo de un criminal de guerra, un hombre que parecía un buen padre de familia y que, incluso, mandaba cartas y fotografías de los lugares donde se encontraba. Es más, esta situación me hace pensar en ciertos personajes transgresores de los Derechos Humanos que no han tenido problemas en ser elegidos en cargos representativos en Chile. O también en hijas e hijos de extranjeros de pasado tenebroso que viven a costillas del erario nacional mientras legislan a favor de sus familiares y amistades.

El otro argumento que se me viene a la mente es lo que la escritora judía Hannah Arendt rotuló, escribiendo acerca de Adolf Eichmann, como “la banalidad del mal”. O sea, a final de cuentas ese jerarca nazi no era ni un monstruo ni un enfermo mental: simplemente cumplía órdenes con celo y eficiencia para hacer carrera y congraciarse con los que daban las órdenes y que esperaban la mayor crueldad posible. Y al que le venga el sayo… ¡que se lo ponga!

En suma, sin estridencias, Martin Šulík dirige una situación dramática dándole un estilo de comedia y reserva también más de una sorpresa en la medida que vamos conociendo a esta “extraña pareja”. ¡Muy buena!

(“Tlmocník”. Eslovaquia / República Checa / Austria, 2018)

 TRÁILER DEL FILM:
“EL INTÉRPRETE”

PRODUCCIÓN:
ZFilmsTrailers
 

 

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