Esta Teletón se ubicó en medio de una importantísima contienda política. Sin embargo, nos ofrece un respiro en el que las estrellas de la farándula, los políticos, los empresarios, los profesionales de uno y otro sector, el pueblo chileno entero, tengamos un respiro y nos tomemos de las manos —simbólicamente—, para apoyar a las niñas(os) y jóvenes de la Teletón…
La obra de Mario Kreutzberger nos ha apoyado y reconfortado a la madre de mi hija, a mí, y a miles de padres y madres que nos enfrentamos a las incertidumbres y desesperanzas de tener una hija, o un hijo, con alguna enfermedad severa o discapacitante…
Por Dr. Rodrigo LEAL BECKER
«Hace 16 años y algunos meses, nació una joven maravillosa, que es un tesoro de amor para sus padres y familiares. Cada día que María José está con nosotros es un regalo, que nos recuerda la paciencia, la alegría de vivir y, por sobre todo, que no hay nada más hermoso que la vida.
Adjunto un extracto de mi novela “Setecientos trece”, publicada este año.
“Hoy me tocó cuidar a mi hija, mientras su mamá trabajaba en los locales de votación. Estaba viendo el noticiario del Mega, cuando sentí un sonido extraño, semejante a una fatigosa respiración proveniente de la pieza de María José. Acudí de inmediato, para descubrir que la niña estaba convulsionando, inclinada hacia el lado izquierdo de tal forma que tenía medio cuerpo en la cama, mientras apoyaba su cabecita en una pequeña silla, adosada a la cama.
—¡Dios mío! —le grité mi tortura al firmamento.
La tomé en brazos rápidamente, para recostarla luego en su cama; respiraba agitadamente, con su carita perlada de sudor, mientras sus ojos se movían hacia arriba y a la izquierda. No estaba cianótica, así es que la levanté y la llevé a nuestra cama matrimonial, ya que durante la crisis epiléptica se orinó, mojando su cama y la pijama. La mudé y la tapé con una colcha ligera, cayendo ella en un profundo sueño pos-ictal. Besé su cara, aún húmeda de sudor y lágrimas, y le arreglé su pelo. Ahora respiraba cansada, con el rostro pálido, agotada por la violencia de las contracciones musculares.
Una profunda tristeza me embargó. Y mucha culpa, por algo que no llegó a pasar. Me agradó haber estado al lado de mi pequeña y no puedo apartar de mi mente el haberla visto acezando, con los brazos moviéndose descoordinadamente y con el tronco atravesado entre la cama y la silla. Sus ojos de pupilas perdidas, muy abiertos, y esa respiración como un quejido… Todo fue muy rápido, aunque ni siquiera se golpeó en la cabeza.
¡Tiemblo de tan sólo pensar en las devastadoras consecuencias que pudieran haber ocurrido, de no haber estado yo atento!”
Gracias por escucharnos.
Dr. Rodrigo Leal Becker,
padre de María José Leal Aguilera
GALERÍA DE IMÁGENES DE MARÍA JOSÉ
María José Leal Aguilera