“JUSTICIEROS” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Una película de acción con ribetes de comedia y toques surrealistas, que aluden al cálculo de las probabilidades y a la falta de la privacidad debido a la tecnología informática…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
 

El título y el aviso publicitario anuncian una película de acción, pero es mucho más que eso. En general, los espectadores están acostumbrados al modelo norteamericano que exalta la violencia, consagrando la justicia por propia mano como única solución para todos los crímenes.

Esta producción danesa me recuerda la cinta noruego-sueca Por orden de desaparición (Kraftidioten, 2014), de Hans Petter Moland, interpretada por Stellan Skarsgård, que tuvo un remake a cargo del mismo director, pero con la actuación de Liam Neeson (la mejor maqueta en la actualidad para este tipo de personajes, iniciada con Taken / Búsqueda implacable, de Pierre Morel, 2008) y el título Venganza (A Cold Pursuit, 2019).

En este caso, el escogido es Mads Mikkelsen que, con el nombre de Markus, vuelve de sus labores militares para hacerse cargo de su hija Mathilde (Andrea Heick Gadeberg, ¡Bien! Creo que volveremos a hablar de ella), después que su madre Emma ha muerto en una explosión ferroviaria. Él es un soldado reprimido y un padre ausente que verá su catarsis en una venganza irrefrenable contra los presuntos responsables de la muerte de su esposa.

Porque Otto (Nikolaj Lie Kaas), un programador informático, que ha sobrevivido al accidente, cree que ha sido un atentado para eliminar a un testigo decisivo en el proceso a la banda criminal de los Retfaerdighedens ryttere (Riders of justice en inglés; Justicieros, en castellano).

Lo acompañan dos ayudantes expertos en buscar información y manipular datos —Lennard (Lars Brygmann) y Emmenthaler (Nicolas Bro)—, que tienen mucho de caricaturesco y dan un toque de comicidad al trío (que me recuerda tanto a The Lone Gunmen, de The X-Files, como a Los Tres Chiflados), pero, sobre todo, dejan en claro que la violencia tiene mucho de surreal. Lo demuestran también, como víctimas, dos jóvenes: Sirius, novio de Mathilde (Albert Rudbeck Lindhardt ), y Bodashka, un ucraniano secuestrado por los criminales (Gustav Lindh).

En efecto, las amenazas, las torturas, la muerte como solución inmediata y los tiroteos se sienten como componentes de un universo anómalo que me recuerda a los Hermanos Coen y a Quentin Tarantino. Incluso, se advierte una sonrisa burlona acerca de la eficiencia de la psicoterapia, que ayuda a un complot vendicativo mientras se busca saldar viejas heridas.

Queda en claro también que nadie está libre de ser reconocido y perseguido mundialmente por el uso del internet, que no tiene límites acerca de la identidad y de las actividades de las personas.

Pero creo que lo más interesante es la aplicación de la Ley de las Probabilidades para buscar la coincidencia y la relación causa-efecto que da origen a los hechos criminales. Fíjense como el ciclo se abre y se cierra con el robo y el regalo de una bicicleta azul, acompañados por acordes navideños del tradicional The Little Drummer Boy, ejecutados, al comienzo, por un piano y, al final, por un corno francés y coros.

En suma, creo que algunos se entretendrán y otros sacarán conclusiones a ultranza.

(“Retfaerdighedens ryttere”. Dinamarca, 2020)

TRAILER DEL FILM:
“JUSTICIEROS”
 

PRODUCCIÓN:
Impacto CINE
 

 

 

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