“TOP GUN: MAVERICK” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Película políticamente correcta, que enfatiza la importancia de Estados Unidos como centinela del mundo y que se presenta como un episodio de Misión Imposible, hecho a la medida para Tom Cruise, su productor…

 

Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Miembro del Círculos de Críticos de Arte de Chile

 Tom Cruise ha producido una película como traje a la medida, transformando la película de Tony Scott (1986), en un episodio de Misión Imposible.

Cuando comenté esa película hace casi 36 años, califiqué a sus protagonistas como lactosápidos. Ahora son jóvenes que en ese tiempo no nacían, pero que ahora son petimetres soliviantados con los que no me gustaría tener que compartir.

Pete “Maverick” Mitchell ya tiene 60 años y sigue con el grado de capitán, mientras que su par Tom “Iceman” Kazansky (Val Kilmer) es el almirante que tiene bajo su mando la Flota Norteamericana en el Pacífico. Esto deja en claro que es un inconformista (“maverick”, en inglés), al que no le ha interesado hacer carrera.

Por otro lado, no me cabe duda que Cruise (que es siempre Cruise, interprete el papel que interprete), quiere lucirse al máximo desobedeciendo a sus superiores y tratando de demostrar que —en época de Superhéroes—, él es héroe sin necesidad de tener superpoderes.

Lo envían de regreso a Top Gun (la escuela de élite de la Fuerza Aérea Naval Norteamericana), para dirigir como instructor una misión imposible; y es ahí donde Pete Mitchell se mezcla con Ethan Hunt, anunciando dos certezas incuestionables: el “jovencito” nunca muere y cumplirá su cometido luchando contra todos los que tratan de hacerlo fracasar.

Se trata de destruir una base “secreta” de producción de uranio de una potencia cuyo nombre no se conoce y que aparece como un punto de videogame sin que se aprecie ser humano alguno. O sea, el enemigo existe, pero ya no es siquiera necesario darle una cara: ¡es sólo un objetivo que hay que liquidar!

De hecho, en el belicismo norteamericano la vida humana no vale nada.

La estructura de la película es la clásica de Doce del patíbulo (The Dirty Dozen, de Robert Aldrich, 1967), sobre todo en la intensa preparación y la necesidad de formar un equipo que funcione como tal.

Sólo la tercera parte está destinada a la acción propiamente tal y allí se demostrará que el “jovencito” —como en las antiguas seriales—, es indestructible.

Un recuerdo del pasado es que, entre los candidatos a la misión,  se encuentra Bradley “Rooster” Bradshaw (Miles Teller), hijo de Goose el copiloto amigo de Mitchell, que murió accidentalmente. Y, como Kelly McGillis aceptó la realidad de no tener un aspecto muy seductor, fue reemplazada por la cincuentona Jennifer Connelly, que se conserva como “milf”, que fue abandonada por su marido y que vive con una hija preadolescente.

A pesar de que siempre me ha gustado como mujer y como actriz, creo que el personaje es innecesario. El mundo puede vivir tranquilo con los atisbos de homosexualidad que rezumaban en la primera parte.

Pero debo agregar que un protagonista indiscutible de la película es el  “product placement”, que se hace presente hasta la náusea en la motocicleta Kawasaki, en el velero de una secuencia tan absolutamente inútil como postiza, y en un automóvil que transforma el beso final en un complemento de una panorámica publicitaria. THE END. 

(“Top Gun: Maverick”. USA, 2022)


TRAILER DEL FILM:
«Top Gun: Maverick” 

PRODUCCIÓN:
Paramount Pictures México

 

 

 

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