Dos películas en una, con buen suspenso y —aparentemente—, con más de un mensaje de carácter político…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Círculo de Críticos de Arte de Chile
No es un tema nuevo, puesto que hace recordar la serie de películas inaugurada por Aeropuerto (Airport, de George Seaton y Henry Hathaway, 1970), y que tiene productos recientes como Flight (de Robert Zemeckis, 2012), y Sully (de Clint Eastwood, 2016).
Pero hay otro que implicó un giro fundamental y no sé si influyó en la realización de esta Emergencia en el aire, que en realidad es Declaración de emergencia en coreano y que alude a una circunstancia especial del tráfico aéreo: de hecho, todas las otras actividades deben suspenderse ante una situación de este tipo.
La película a la que aludo es Terror en el aire (en realidad El piloto chino, de Andrew Lau, 2019), película china que enfatiza la importancia no de un “jovencito”, sino de un equipo que trabaja a la perfección tanto sobre la aeronave como el personal que sirve de apoyo desde tierra, gracias a operadores entrenados y tecnología de última línea. Además, es importante la presencia de las mujeres, que ocupan puestos de mando, son eficientes y son obedecidas.
No sé si esta realización es una respuesta a esa otra, pero los contrastes me parecen evidentes. En un primer momento, sigue la línea estadounidense con la presentación del terrorista, que se prepara para ejecutar su acto escondiendo en una herida cerca de su axila una cápsula que contiene un virus mortal. Estamos, por lo tanto, ante un caso de terrorismo biotecnológico.
Por su parte, un sargento de policía tiene un mal presentimiento cuando le dicen que los niños de una escuela han detectado un aviso de atentado y acude personalmente, incluso porque sus colegas no se interesan y creen que se trata de una broma de mal gusto. En cambio, él teme por la vida de su esposa que acaba de embarcarse en un vuelo para Hawai e inicia su propia investigación, descubriendo que se relaciona con un virus peligrosísimo creado por una multinacional que funciona en Corea del Sur.
No ha transcurrido mucho tiempo de la película y —sin ser un spoiler—, puedo decir que el suspenso aumenta minuto a minuto, con una velocidad que (al igual que el virus), quita la respiración por más de dos horas y un cuarto.
El montaje, que es excelente, pasa de la claustrofobia del avión (donde la tripulación —encabezada por la jefa de cabina—toma todas las medidas a su alcance), a la desesperación hiperactiva del policía y del Gobierno (representada por una decidida y valerosa ministra de Transportes, que me recordó a una injustamente vilipendiada ministra chilena del Interior), que intentan conseguir un antídoto y dirigir el vuelo, que no encuentra lugar donde aterrizar.
La trama recuerda un poco Estación Zombie (Busanhaeng /Train to Busan, de Sang-ho Yeon, 2016), pero aquí se trata de dos films en uno con tramas paralelas. Y, definitivamente, aquí el director no busca horrorizar, sino hacer partícipes a los espectadores. Y creo que no faltarán los aplausos después de cada secuencia exitosa.
Y dos mensajes de carácter político a los que llego por exclusión. Primero: no hay un solo uniformado, como en cambio abundan en las cintas estadounidenses, además de que el sargento viste de civil y no se ve oficial de policía alguno. Segundo: no sólo no intervienen las Fuerzas Armadas, sino que la ministra da un toque de seriedad femenina, que es aceptada y respetada por la cáfila de varones pusilánimes que la rodean.
Si no está de acuerdo, ¡rechace mi opinión!
(“Bisang Seoneon / Emergency Declaration, Corea del Sur, 2021)
TRAILER DEL FILM:
“EMERGENCIA EN EL AIRE”
PRODUCCIÓN:
Trailers In Spanish