Buena película mexicana de terror que, lejos de ser un cuento de hadas estilo europeo para asustar a los niños, se siente cercano a nuestra idiosincracia latinoamericana…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile

 

Para uno, como yo, que vivió en Chiloé cuando era niño, esta película tiene un efecto indudable. El terror mexicano tiene gran afinidad con el folklore chileno y aleja el relato de las normas establecidas por la Hammer Films o Roman Polanski para identificarlo con los temores que pueden acarrear un bosque y la presencia de seres (reales o imaginados) que merodean en el entorno.

Nala, una jovencita próxima a la menarca (Paola Miguel), y Luna, su hermanita, golpeada por una enfermedad misteriosa (Ivanna Sofia Ferro), son dejadas en la casa de su abuela materna (Ofelia Medina), una vieja torva que irradia malignidad.

La actitud de la madre (Samantha Castillo), y del padre (Arap Bethke), es ambigua: ella confía en que es una solución y él cree que se trata de un riesgo, pero —abrumado por la sensualidad de su mujer—, accede a dar ese paso.

El prólogo había informado al espectador acerca de la historia de Las Trillizas de Veracruz, que fueron víctimas de brujería con participación de un Bacá (engendro mitológico que da, pero quita a cambio), y de una hechicera que se mantiene joven chupando la sangre de las niñas pequeñas.

Más adelante, Abigail (Paloma Alvamar), la joven sirvienta, recuerda la historia a las protagonistas con la acostumbrada recomendación de que no hay que creerla y que deja en claro todo lo contrario.

De allí para adelante, la realidad se mezcla con la pesadilla acompañada de una música agobiante que se cruza con la Danza macabra, de Saint-Saëns, emitida desde un disco sonado por una desvencijada victrola. Todo descrito por excelente fotografía, sobre todo las inquietantes tomas de la escalera de caracol y las panorámicas del bosque misterioso.

Quedo hasta aquí, evidenciando las buenas actuaciones, en particular la de Paola Miguel que —en plena “edad del pavo”—, expresa primero sus celos para con su hermana pequeña y luego se transforma en su protectora.

Muy lejos de ser un mal experimento como La llorona (de Michael Chaves, 2019), el relato atrapa, porque no se siente lejano como un cuento de hadas europeo, creado para asustar a los niños. Es más bien una realidad de los temores ancestrales más ocultos.

(“Mal de ojo”. México 2022)

TRAILER DEL FILM:
“Mal de ojo”

 PRODUCCIÓN:
CINÉPOLIS

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