Película que exalta la irresponsabilidad juvenil y sus consecuencias. Hay un tiburón, pero es casi un adjetivo dentro de un relato que apunta más bien al desamparo de náufragos por su propia conducta irracional…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile

Más que las series de Tiburón, que está enunciado en el Shark del título original, esta película me recordó a Vértigo (Fall, de Scott Mann, 2022), otra producción reciente. El relato es idéntico: situación límite debido a la irresponsabilidad, conflicto entre mujeres jóvenes, fallidos intentos de solución, pesadillas, conclusión…

Pareciera ser que una vez más la creatividad se va agotando y que, de todas maneras, hay dinero para financiar películas con escaso contenido.

Desde hace medio siglo, el cine norteamericano nos advierte que los jóvenes están en peligro. Así cómo les toca participar permanentemente en guerras sin ideales, sus vidas no valen un comino a merced de psicópatas o de trampas de todo tipo, como las de La cabaña del terror (The Cabin in the Woods, de Drew Goddard, 2011), o Escape Room (de Adam Robitel, 2019).

Al acicate de vencer sus propios miedos o de alcanzar metas difíciles, en este Mar de sangre (al igual que Vértigo), se suma una fuerte dosis de irresponsabilidad, que es un valor agregado que transforma el relato en una moraleja acerca de los riesgos inútiles.

La historia es previsible. Un grupo de amigos, envalentonados por el alcohol y sus sistemas hormonales en ebullición, roban —como un juego—, motos acuáticas y se lanzan al mar en un juego absurdo sabiendo además que ronda un tiburón blanco: se los anunció la noche anterior un mendigo al que le cercenó las dos piernas.

A pesar de que la personalidad de los personajes está apenas dibujada, a poco andar, el espectador imagina quiénes van a morir y en qué orden preciso. Provocan un accidente y flotan sobre una de las motos en un mar tranquilo como una taza de leche. Ahí serán el verdadero título de la película: “carnada de tiburón”.

No necesito agregar nada más. La cinta es una buena exhibición de fotografía submarina y de drones aéreos. Se supone que los hechos ocurren en Costa Rica, pero la película se filmó en Malta. La única actuación destacable es la de la joven actriz televisiva, Holly Earl, que consigue dar una cierta consistencia a su personaje, a pesar que sea poco creíble que es “una chica de Kansas que no se rinde jamás”.

¡Ah! El tiburón existe, pero —definitivamente—, no es lo principal.

(“Shark Bait”. Gran Bretaña / Malta, 2022)

 TRAILER DEL FILM:
“MAR DE SANGRE” 

 PRODUCCIÓN:
SENSACINE TRAILERS

 

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