“WINNIE THE POOH: MIEL Y SANGRE” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Lo más terrorífico de esta película es que liquida la fantasía infantil. La moraleja podría ser que nunca se debe romper una amistad, pero —al mismo tiempo—, lleva a desconfiar de todo y de todos. En la sociedad actual nadie está seguro de nada…

Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile

 

En los años ‘70, en Italia se vendía en los kioscos todo tipo de historietas pornográficas. Eran adaptaciones de clásicos literarios, de personajes de la televisión y también de cuentos infantiles.

Los cómics mostraban genitales masculinos y femeninos, gran cantidad de escenas sadomasoquistas y —naturalmente—, sexo oral y coitos acrobáticos al por mayor.

Era el desborde de un ayuno erótico contenido por mucho tiempo por el monopolio de la Radiotelevisione Italiana y el control del Vaticano. Además, estaba el cine cómico cargado de erotismo y películas de alta calidad firmadas por Pier Paolo Pasolini, Bernardo Bertolucci, Mauro Bolognini, Alberto Lattuada o Salvatore Samperi.

Era el fin de una época y el principio de otra, que encubría un clima precario, llamada “los años de plomo”, con atentados, inestabilidad política y desinformación institucionalizada.

En Estados Unidos, comenzó el terror gore y slasher con asesinos seriales y una sociedad en la que tu compañero de butaca te puede atacar con un cuchillo. ¿Solución? Ver la película encerrado en la casa y transformarla en una cárcel llena de rejas, cámaras y alarmas.

Pero la casa puede ser peligrosa como lo mostró el Poltergeist, de Tobe Hooper, con guión de Steven Spielberg (1982). Allí se vio por primera vez a un bufón de juguete que atacaba a un niño. Después habría películas en videocassette, de las que recuerdo sólo una: Juguetes demoníacos (Demonic Toys, de Peter Manoohian, 1992). Y la franchise de Chucky, el muñeco diabólico.

Este film va más allá: quiere romper la fantasía infantil haciendo de personajes inocuos y simpáticos, feroces asesinos. Está bien: para ser sinceros, un oso no es el personaje inofensivo que pintan las historietas y los dibujos animados. Los cuentos de hadas recogidos por Charles Perrault y los Hermanos Grimm son terribles: a los niños se les leen adaptaciones. ¿Sabían que no se resucita a La Bella Durmiente con un beso, sino con una relación necrofílica?

Si se quiere, hay una vuelta a los orígenes, pero ¿se justifica?

Aquí las bellas figuritas se han transformado en seres irracionales movidos por el deseo de venganza. Se desquitan porque Christopher Robin los abandonó. Como corresponde en una película del género, las víctimas son mujeres jóvenes e indefensas. Cada muerte es espantosa y truculenta; cada posibilidad de salvación se ve abortada; Winnie the Pooh aparece como un ser indestructible. Y, según los créditos de cierre, volverá.

En un mundo en guerra permanente, se puede controlar la población con el miedo. Mientras tanto, la hegemonía cultural saborea la sangre de las víctimas junto a la miel del poder.

(“Winnie the Pooh – Blood and Honey”. Gran Bretaña, 2023) 

TRAILER DEL FILM:
“WINNIE THE POOH: MIEL Y SANGRE”
 

PRODUCCIÓN:
Trailers TC

 

 

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