Película catastrófica con toques de comedia sobre temáticas de plena actualidad, tanto para Corea del Sur como para Chile…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Círculo de Críticos de Arte de Chile
El cine catastrófico tuvo su momento culminante en los años ‘70, con películas como La aventura del Poseidón (The Poseidon Adventure, de Ronald Neame, 1972), Infierno en la torre (The Towering Inferno, de John Guillermin, 1974), Terremoto (Earthquake, de Mark Robson, 1974). Incluso, escribí un artículo y en él analicé el fenómeno y que fue publicado por la revista “Bravo” en 1980. En éste, indicaba dos denominadores comunes: la catástrofe hace regredir al ser humano a un estado primitivo y la única manera de superarla es la colaboración de todos los implicados.
Y nuevamente la fórmula funciona. Esta vez en clave coreana y en un filón nuevo, que es de gran actualidad también en Chile: el de los socavones. Uno de éstos se traga un edificio completo y de allí nace la necesidad por la supervivencia.
Como en todas las películas de este tipo, hay un proemio, una introducción, un núcleo narrativo y un desenlace.
Un matrimonio joven con un niño se traslada al nuevo departamento que ha comenzado a pagar y organiza una pequeña fiesta con los compañeros de oficina del jefe de hogar. Además de ellos, el público conoce a un vecino escorbútico, que parece tener problemas con todo el mundo y que será un personaje importante en la aventura.
En Corea del Sur, como en Chile, los problemas son los mismos: especulación edilicia, terrenos inapropiados para la construcción, endeudamiento a largo plazo. Y todo empieza con el descubrimiento del niño que ve que sus canicas resbalan porque el pavimento está en pendiente, mientras que las ventanas están descuadradas.
Contar la película sería un desatino. Además, tiene un buen suspenso, puesta en escena, montaje y actuaciones. Espectadoras y espectadores seguramente se sentirán representados por la precariedad que significa vivir en un lugar poco apropiado después de luchar años para obtenerlo.
Pero hay un elemento más que me parece significativo y que creo que representa en buena parte el adocenamiento que nos ha provocado un cierto tipo de cinematografía. Me refiero al hecho de que ciertos momentos dramáticos hacen reír en vez de provocar preocupación o temor. El Slaptsick y las películas de Los Tres Chiflados han condicionado al público para reírse de la violencia y de la desgracia ajena. O sea, todo es mentira porque es una película y no hay que tomar nada en serio.
Yo ya tenía mi primer título universitario cuando vi Manos sobre la ciudad (Le mani sulla città, de Francesco Rosi, 1963), que comienza con el derrumbe de un edificio. En realidad, no había nada de qué reírse y —sin embargo—, me pareció divertido, como si fuera nada más que un efecto cinematográfico, Pero, cuando al avanzar la trama, me enteré que se trataba de un hecho gravísimo, producto de la mafia de las inmobiliarias: todo cambió en mi esquema mental.
En este caso, el dramatismo de la situación se ve interrumpido por situaciones graves que pueden provocar risa, pero es de otro tipo. Es una risa de tipo histérico, que sirve de desahogo para un buen suspenso. Y la película funciona. Como todas las del género, entretiene porque pone al descubierto nuestra precariedad.
(Singkeuhol / Sinkhole, Corea del Sur, 2021).
TRAILER DEL FILM:
“CATÁSTROFE EN COREA”
PRODUCCIÓN:
Transpacífic Films
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