“VIDAS PASADAS” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Película sentimental… El típico triángulo pasional da paso a una especie de “ronde à trois” en la que los tres salen lastimados, pero no destruidos…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile

En una película western, el momento más tenso es aquél en que los dos rivales se enfrentan y se espera que cada uno saque su revolver para disparar. En ésta, son dos seres que se aman, pero ninguno de los dos se decide a tomar la iniciativa y a abrazar al otro.

Porque la temática de Vidas pasadas es tan antigua como la especie humana: el amor.

Y no se trata del amor relamido y sofisticado de las novelas rosa, ni tampoco de la furia sexual en que las hormonas se desatan, reduciendo a la pareja a un estado bestial.

Se trata de dos niños, Na-young y Hang-seo, que frecuentan la escuela elemental en Seúl. Son (sin comprenderlo aún) lo que, en Chile, llamamos “pololos”: les gusta estar juntos, juegan juntos, compiten por tener el primer puesto en la clase. Ella es llorona y se orina con facilidad. Sus padres creen que forman una bonita pareja e, incluso, que un día podrán casarse.

Pero la familia decide trasladarse a Canadá y la relación se interrumpe. Ella —medio en broma, medio en serio—, declara que una coreana en Corea difícilmente podrá ganar el Premio Nobel. Y es así como doce años después, ya adolescente y habiendo cambiado su nombre por Nora, se trasladará de Canadá a New York y, buscando en Internet, encontrará a Hang-seo.

Se reenciende la llama de la amistad, pero todo se interrumpe por la imposibilidad de encontrarse personalmente dentro de poco tiempo. Volverán a verse doce años más tarde, cuando él viaja a reunirse con ella sabiendo que está casada. Y ahí es donde comienza la película, en realidad: en un bar, a las cuatro de la mañana, hay un trío atípico que despierta la curiosidad de los presentes, entre los que se encuentra el público que ve la película.

En suma: algunos pueden remontarse al Breve encuentro (Brief Encounter, de Noel Coward, dirigido por David Lean, 1946), pero yo creo que se trata simplemente de verdadero amor.

El típico triángulo pasional da paso a una especie de “ronde à trois” en la que los tres salen lastimados, pero no destruidos. Ha funcionado el coreano in-yuan, que es el fatalismo amoroso ligado a la reencarnación, pero que la actual Nora hace funcionar como “pretexto para una técnica coreana de seducción”. Porque es ella la proactiva y pragmática, que se impone ante dos hombres confusos y desorientados.

De ese modo, hizo pareja con un descendiente de inmigrantes para pagar un departamento juntos y luego casarse con él para obtener la ciudadanía: ¡y, naturalmente, lo ama!

Hay sólo un detalle: por exigencias de la cultura woke tal vez el anodino esposo de Nora debería haber sido un afro, pero se optó por un judío nacido en Estados Unidos. 

La bifurcación de callejuelas separa a los niños así como la visita a la Estatua de la Libertad volverá a juntarlos por un momento. Porque el amor es también un punto de vista relativo: no es necesario estar juntos para ser felices, como ya lo demostró La La Land (de Damien Chazelle, 2016).

La pequeña Na-Young ya no está, pero seguirá existiendo como recuerdo junto a su joven e indeciso enamorado. Y también la trepadora Nora que, a pesar de volver por un momento a ser la niña llorona, decidirá escoger lo que más le conviene.

Son l@s espectador@s l@s realmente vulnerables.

¡Bien por la debutante directora Celine Song!

(Past Lives. USA, 2023) 

TRÁILER DEL FILM:

“Vidas pasadas” 

 PRODUCCIÓN:
Tráiler Ñ

 

 

 

 

 

 

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