“EL BASTARDO” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Drama histórico danés que, basado en hechos reales, retrata la existencia de un hombre que persigue un proyecto encontrando las más salvajes y violentas injusticias. En mi opinión, representa al hombre nuevo que reemplazará al Antiguo Régimen…

Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile

Era un niño cuando vi la película Por amor de una reina (Herrscher ohne Krone, de Harald Baum, 1957), que trataba de un rey joven, cuya esposa tenía como amante a un  médico que había llegado a ser el gobernante de hecho. Años más tarde me enteré de que se trataba de un drama histórico, acaecido en Dinamarca en la segunda mitad del siglo XVIII.

Y el recuerdo viene al caso porque Nikolas Arcel, director de El bastardo, también realizó, en 2012, una nueva versión de esos hechos (En Kongelig Affaere / Royal Affair), teniendo como protagonista a Mads Mikkelsen.

Este actor danés, nacido en 1965, se ha hecho famoso como “villano” de James Bond (2006) e Indiana Jones (2023) y recuerda a otros actores famosos del cine, como Jack Palance y Klaus Kinski.

Aquí es el “héroe” al más puro estilo del western estadounidense, porque tiene todo en contra: la naturaleza, el feudalismo sádico, su condición social y las supersticiones.

Una vez más se trata de una película que no se debe contar, sino que hay que ver. Y para ello —advierto—, se necesita valor puesto que es la exaltación de la prepotencia y la injusticia elevada al grado máximo.

Ludvig von Kahlen es el hijo bastardo de un noble y una criada. Como tantos otros de su “especie”, fue mandado al ejército con la esperanza que muriera. Pero sobrevivió, pasó a retiro como capitán y tuvo un proyecto temerario para su época: producir papas en un terreno árido y abandonado de Jutlandia. Encuentra gran resistencia en la Corte del rey, que en ese momento es Federico V. Corre el año 1755 y es presentado como un alcohólico consuetudinario que no toma decisiones: de hecho, sólo en un momento se advierte su presencia y se escucha su voz. Sin embargo, la iniciativa finalmente es aceptada porque sólo pide que, en el caso de triunfar, se le reconozca su calidad de terrateniente y se le dé un título nobiliario.

Obviamente es una persona que odia a la nobleza, pero quiere ser parte de ella. Al punto que —como se verá—, va a intentar establecer una relación sentimental con una joven aristócrata.

A pesar de que las tierras pertenecen al soberano, un cruel y despótico latifundista le declara la guerra porque —como representante del antiguo poder feudal—, se cree dueño y señor de todo, incluso del cuerpo y alma de los habitantes de “sus” territorios. Una vez más queda en claro que la soberanía real no existe y —más aún—, el siniestro personaje es el “representante oficial de la ley”.

Tanto el rey como Dios son entes abstractos que, aparentemente, existen, pero que no se dejan ver ni como “epifanía” ni por sus obras.

Kahlen recurre a nómadas como trabajadores y “adopta” a una pequeña huérfana del grupo. Acoge también a un matrimonio de fugitivos, quedándose después sólo con la mujer porque el marido es salvajemente asesinado. Los colonos alemanes que consiguen que mande el rey son hostigados (y dos asesinados) por criminales que el latifundista ha sacado de la cárcel. Además, los colonos lo obligan a deshacerse de la huérfana porque “trae mala suerte” por el color de su piel y al final igualmente lo abandonan.

El único apoyo verdadero lo encuentra en un joven pastor cristiano que lo apoya y deja en claro que no colabora con los crímenes de la clase dominante, como en cambio lo lleva a cabo el Papado romano.

Se trata de una película tensa, que irradia una violencia no siempre explícita. Pero, con su rostro esculpido en la piedra, Mikkelsen logra crear la figura de un hombre que no es un utopista, sino la encarnación de lo que años más tarde será una figura completamente nueva: el empresario capaz de enfrentarse y vencer todos los obstáculos, como asimismo el ser humano que ha sepultado todas sus emociones en busca de intereses materiales y concretos.

Del mismo modo, surgirán en Europa personas que darán forma, después de 1789, a un nuevo mundo basado en esa “riqueza de las naciones”, que habría de teorizar Adam Smith en 1776.

Para los que van al cine no sólo a divertirse, puede resultar una película terriblemente educativa.

(Bastarden. Dinamarca / Suecia / Noruega / Alemania, 2023) 

TRÁILER DEL FILM:
“El bastardo”

 PRODUCCIÓN:
SensaCine Trailers

 

 

 

 

 

 

 

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