“CRÓNICAS DE UN AFFAIR” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Una relación volátil, que muestra la vida que fluye sin compromisos y sin complicaciones. Para personas que crean tener ideas claras acerca del amor y del sexo…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile
 

Charlotte es lo más parecido a lo que alguna vez calificaron como “mujer liberada”. Con ya más de 50 años y tres hijos (los mayores de 19 y 20 años), escoge al hombre que le gusta y se lo lleva a la cama. De ahí para adelante, todo es sexo y diversión en precisos momentos preestablecidos. Queda claro que, para ella, el amor es algo demasiado complejo como para tomarlo en serio.

En un primer momento, se podría pensar en un argumento al estilo de Juguete de una mujer (Une femme e le pantin, literalmente La mujer y el pelele, de Julien Duvivier,1958), que fue la quinta adaptación cinematográfica de la novela de Pierre Louÿs, después de las versiones de Reginald Barker (1929), Jacques de Baroncelli (1929), Josef von Sternberg (1935) y Wali Eddine Sameh (1946). A ellas, hay que agregar la excelente Ese obscuro objeto del deseo (Quell’oscuro oggetto del desiderio, de Luis Buñuel, 1977). ¡Más no! Tampoco es Mildred Rogers, la terrible manipuladora de Servidumbre humana (On Human Bondage, de Ken Hughes, Henry Hathaway y Bryan Forbes, 1964), según la novela de William Somerset Maugham, que fue adaptada también en 1936, bajo la dirección de John Cromwell.

Sandrine Kiberlajn (nacida el 25 de febrero de 1968 en Boulogne-Billancourt, Hauts-de-Seine, Francia), no es ni una Brigitte Bardot ni una Kim Novak, sino que cumple con los requisitos de La mujer sensual de “J”, exitoso libro de los años ‘70. De hecho, es longilínea de 1,73 m, sin pechos y sin nalgas, pero su personalidad es atractiva y avasallante.

Por su parte, Simon (Vincent Macaigne, nacido el 19 de octubre de 1978 en París, Francia), aparece como un tipo casado más bien pusilánime, que no se siente seductor, pero que se deja llevar por una relación sin dramas ni complicaciones. Sin embargo, teme a estas últimas mientras que Charlotte las rechaza, porque ya ha vivido demasiados dramas y ahora sólo quiere ser espontánea.

Y es precisamente esa espontaneidad que los lleva a disfrutar el sexo por el sexo en una historia que podría ser atemporal sino fuera por las estaciones que señalan cómo el tiempo pasa.

Es esa espontaneidad que los lleva a deleitarse como si cada vez fuera la última, manteniendo una relación que están muy atentos a no llamarla tal. De hecho, Simon es dócil y complaciente al punto de respetar las trampas en las que cae y se refugia siempre en un reguero de palabras que terminan por vencer sus últimas resistencias.

Es así cómo acepta la prueba de un trío con una joven esposa insatisfecha, Louise (Georgia Scalliet), con resultados insospechados.

La secuencia en el Musée des Beaux-Arts de la Ville de Paris, ubicado en el Petit Palais, determinará el cambio de ruta, poniendo en evidencia El sueño, pintura de Gustave Courbet (1863), que es un homenaje al amor lésbico.

Ni Último tango en Paris (Ultimo tango a Parigi, de Bernardo Bertolucci, 1972), ni Manhattan (de Woody Allen, 1973). No se trata ni de una relación neurótica ni agobiante ni de una exhibición de sexo acrobático al que se acostumbró el cine de Hollywood. No hay siquiera escenas de desnudos y —para ser sinceros—, tampoco manifestaciones de cariño ni de amor.

Es sólo la vida que fluye.

(Chronique d’une liaison passagère. Francia, 2022)

TRÁILER DEL FILM:
“CRÓNICAS DE UN AFFAIR”
  

 PRODUCCIÓN:
CDI Films Argentina

 

 

 

 

 

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