Un trío creado y mantenido aparentemente por el tenis. Sin embargo, el verdadero juego es el del dominio y la sumisión, en una propuesta que puede resultar desagradable al estar matizada por los gustos homosexuales del director Luca Guadagnino…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile

La modelo afroamericana, Zendaya (su nombre significa “dar gracias” en el dialecto bantú de la tribu shona), se las trae. No sólo se ha destacado en algunas películas, como Dune: Part 2 (de Denis Villeneuve, 2024), sino que ahora también es productora, lo que le permite hacer y deshacer a su antojo.

Reconozco que la morochita tiene talento y que, en esta película, luce sus redondeadas nalgas insinuándolas incluso cuando una brisa le levanta el faldellín de tenista, pero sin pasarse de la raya.

De sus “partners”, Josh O’Connor (que hace poco vi en La chimera, de Alice Rohrwacher, 2023), está bien, pero Mike Faist… ¡ahí no más!

¿Cuáles son, a mi parecer, los lados flacos de esta obra cinematográfica?

Empiezo por decir que no porque Luca Guadagnino haya ganado algunos premios es un gran director. De hecho, tanto Suspiria (2018), como Hasta los huesos (Bones an All, 2022), son bastante mediocres. Además, como promotor del homosexualismo, no es un Pier Paolo Pasolini y, como cronista, no es un Ettore Scola.

Y digo esto último porque —si al parecer nadie se ha dado cuenta—, el relato de Challengers, tiene la estructura de un clásico que es Nos habíamos amado tanto (C’eravamo tanto amati, 1974), que empieza con una zambullida en piscina y que dura casi tres décadas, puesto que con un flashback se vuelve atrás para dar a conocer a los personajes.

No por nada, la película de Scola fue conocida en España con el absurdo título Una mujer y tres hombres, pero que calza con la realidad de Desafiantes, porque aquí se trata de una joven y dos jóvenes que la pretenden. Y todo se presenta como una larga partida de tenis, puesto que Tashi es una promesa del tenis que gana dinero con promociones y que se inmiscuye en la existencia de Art y Patrick, que eran dupla desde los doce años.

La acción comienza con un cotejo que va a durar excesivos 131 minutos en un juego de flashbacks y flashforwards, que son verdaderamente como una pelota que viene y va atravesando una red sutil. Como los tres personajes no cambian mucho en tanto tiempo, aconsejo al público que se ubique por el corte de pelo de Zendaya.

No es propiamente una historia de amor. Tashi es una manipuladora que disfruta del sexo y juega con los dos pretendientes como si fuera un partido de tenis. Desde el comienzo, plantea que no es una “rompehogares” e insinúa la homosexualidad de los dos muchachos, que se sienten obligados a contar sus inicios en la masturbación y luego a besarse y acariciarse junto con la jovencita.

El verdadero juego es el del dominio y la sumisión: se trata de jugar con la naturaleza feroz y voluble del deseo. No se necesita ser un especialista para percatarse que la “música” de ese deporte es el ruido de la pelota y las raquetas y no los ensordecedores compases electrónicos, que incluso le quitan suspenso a la acción.

Para mí, el mejor match de tenis aparece en Pacto siniestro (Strangers on a Train, de Alfred Hitchcock, 1951). Y no digo más.

Un último detalle: la palabra “challengers” alude no sólo a los “retadores”, sino también a una categoría de Challenger de la ATP, que brinda la oportunidad de ganar puntos a los tenistas que van comenzando y, por lo tanto, constituye la antesala del circuito profesional.

Lo mismo ocurre con la madurez, difícil de alcanzar.

(Challengers. USA, 2024) 

TRAILER DEL FILM:
“Desafiantes” 

 PRODUCCIÓN:
Warner Bros Pictures LA

 

 

 

 

 

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