Una jovencita descubre que no pasó una agradable jornada con su novio, sino con un ser extraño que lo poseía e inicia una relación promiscua, que lleva a evaluar el sentido de la identidad del amor…
Por JOBLAR
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
La película Soy curiosa, del sueco Vilgot Sjöman (Jag är nyfiken – en film i gult, 1967 – en film i blått, 1968) causó escándalo y, naturalmente, no fue estrenada en Chile. Yo pude verla en VHS sólo cuando estuve en Suecia en 2007.
Trata acerca de una veinteañera que quiere conocer todo lo que se refiere a la vida y la realidad y —mientras reportea acerca de los derechos civiles y los conflictos de los años ‘60— no tiene inconveniente en ejercitar la libertad sexual, exhibiendo su menudo cuerpo blanco y regordete en una desnudez inocente y procaz, a la vez.
Lena Nyman causó escándalo no tanto por lucirse “in puribus”, sino por la promiscuidad de sus relaciones. Pero los tiempos han cambiado y —sin necesidad de mostrarse a sus 17 años “como Dios la echó al mundo”—. la australiana Angourie Rice interpreta a Rhiannon, que resulta sorprendida por la actitud de Justin, un chico afro con el que flirtea. Hasta el momento, se había mostrado anodino y poco sensible. Sin embargo, un día propone escapar a la playa y se comporta de manera extrañamente inusual.
Sintiéndose realmente enamorada, va a descubrir que Justin estaba poseído por A, una entidad incorpórea que cambia 34 veces cada día de “envoltorio”. Será esta entidad la que seguirá viéndola cada día en un cuerpo diverso, incluso femenino. Rhiannon no tendrá inconveniente en convertirlo en el objeto de su amor, sin importar sexo, raza, ni edad.
De allí que su promiscuidad sea diferente a la de la película sueca. La novela de David Levithan, transformada en película por Michael Sucsy, apunta a algo más que a la libertad de escoger un partner. Según mi opinión, la adolescente va en busca de la identidad de “aquello” por lo que se siente amada y corresponde prescindiendo del aspecto que éste asume. Pero todo en un tono muy conservador: de hecho, las efusiones de cariño son particularmente tímidas y contenidas, incluida la “línea de sombra» de la primera vez, que resulta removida por una virtuosa elipsis.
Creo que no se trata de una posesión demoníaca (como en una película de terror) o de una metempsicosis en vida (como en una película de dramatismo místico), sino de un mensaje subliminal que nos lleva a reflexionar acerca del amor y de su verdadera existencia. ¿O acaso A no tiene menos existencia que una cuenta de Instagram? ¿O no suele suceder que, muchas veces, más que estar enamorado de una persona lo estamos de la necesidad de demostrarles nuestro cariño? Y, ello, suele suceder “cada día”.
(Every Day. USA, 2018)
TRÁILER DEL FILM:
“CADA DÍA”
PRODUCCIÓN:
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