EMOCIONES
DE LOS PROTAGONISTAS
Alfonso
aprende a escribir sus crónicas rojas con el corazón,
con los sentimientos, reporteando a fondo las emociones
de los protagonistas, de aquellas víctimas cotidianas
de la violencia, del crimen, de la violación, del
atropello y del abuso sexual, entre tantos otros conflictos
que conforman el día a día de una urbe adusta y deshumanizada
como lo es Santiago en la actualidad.
Escalona
es el fotógrafo inescrupuloso, irreverente, profesional
de la sangre y del morbo, como muchos en este gremio,
de trato simple, un ser vulgar, apreciado por sus pericia para encontrar el ángulo
más sensacionalista a la hora de tomar una fotografía
para ilustrar la crónica roja.
Fuguet
construye a un Faúndez de carne y hueso, con sus cotidianas
debilidades, todo un maestro de la crónica roja cuyo
oficio lo asimiló a golpes y porrazos, en la dureza
de la calle, seductor de viudas de víctimas, encantador
cafiche del dolor femenino. Faúndez maneja una fluida
pluma que cala en las emociones baratas del ser humano,
en la lágrima fácil. Es, sin duda, todo un maestro
de la crónica policial.
El
Camión, apodo del chofer que maneja la camioneta que
traslada a reporteros y fotógrafo cotidianamente al
lugar del crimen. Es, literalmente, “un camión”. Otro
individuo vulgar, amante de los barrios bajos, de
las prostitutas errantes y callejeras, de la farándula
barata, asiduo del poroto granado y del escupitajo
irreverente.
En
esta electrizante novela, se comenta, Alberto Fuguet
explora nuevos dialectos y territorios, develando
desde ángulos no habituales los conflictos del aprendizaje,
la iniciación, la amistad y la compleja relación padre/hijo.
En síntesis, “Tinta Roja” es una interesantísima novela para leer, o releer,
en este caluroso período vacacional del 2003,
una novela que, sin duda, resulta una impecable cátedra
de periodismo, revelando el sórdido mundo que se esconde
tras la cotidiana crónica roja. |