“Cabros de mierda” – Comentario de CINE

Gonzalo Justiniano continúa presentando el tema de la marginalidad dentro de un contexto histórico que muchos quieren olvidar por conveniencia o por temor. Excelentes actuaciones y ambientación, que aún sigue vigente.

Por JOBLAR

Vi la película, así es que asumo cuánto escribo y no la cuento, porque creo que hay que verla. Primero, porque es una buena película; y, segundo, porque es un documento histórico acerca de un período que muchos quieren pensar que nunca existió, por conveniencia o por temor.

Y, más precisamente, el entorno de la primera protesta en 1984. El documental La Victoria es de ese año y Justiniano utiliza material de su propio archivo.

Gladys, “la francesita” (excelente actuación de Natalia Aragonese Molina) es una mujer de 32 años, que acoge en su casa de la población La Victoria a niños de padres ausentes (de manera temporal o definitiva).

Se incorpora a la casa un misionero estadounidense (Daniel Contesse) del que no se dice a qué congregación pertenece, pero queda claro que es uno de los Santos de los últimos días.

Esto último es un dato importante, porque los mormones se casan e, incluso, algunos grupos practican la poligamia. Ello quita el aspecto morboso de una Gladys que aparece como una tentación de San Antonio o como una especie de moderna María Magdalena: no tiene más demonios adentro que su juvenil sexualidad.

Para muchos, la marginalidad es la que, tomando tecito con sopaipillas, ven los televidentes cuando se anegan algunos barrios con las lluvias o cuando se ven obligados a repasar la crónica roja de todos los días, que recuerda que vivimos en uno de los países más peligrosos del mundo.

Tengo mi propia interpretación y que Gonzalo Justiniano me corrija si estoy equivocado.

Para este director, nacido en 1955, la marginalidad no es sólo una cuestión socio-económica o de pobreza, sino un grave problema mental e ideológico: es la falta de inserción en un mundo que no acepta o abre puertas equivocadas.

Por un lado, el mundo feliz de la pantalla chica; por el otro, el de la supervivencia detrás del dios dinero, que es lo único que cuenta para ese primer mundo.

Todas sus producciones tocan ese mismo tema. Recuerdo sólo algunas: Hijos de la Guerra Fría (1986), Sussi (1988), Caluga o menta (1990), Amnesia (1994), B-Happy (2003). Para él, lo importante es el relato; no los actores estrella. De hecho, escoge personajes y no intérpretes, como fue el caso de Marcela Osorio y de Manuela Martelli.

Entre otros, ahora está Elías Collado, que es Vlady, un niño inquieto y encantador.

El título del film puede parecer grosero, pero es coloquial. Es más: puede ser cariñoso. Está lejos del “mocosa de mierda”, como calificó un ex coronel de ejército y ex alcalde de Providencia a la futura diputada Camila Vallejo.

En cambio, aquí no es un baldón, sino una condición que iguala a personajes y espectadores.

De lo mucho que podría decir, escojo un tema: la Resistencia con tarros de pintura y neumáticos quemados. Los uniformados matan a gente inocente, sobre todo porque les pone la cómoda etiqueta de “comunistas”. Y todos querrían que esa energía homicida la tuvieran con los delincuentes, que agreden por igual a ricos y pobres.

Agrego una observación también absolutamente personal. Creo que Justiniano rinde homenaje a dos grandes directores y guionistas, de los que siento una clara influencia: Pier Paolo Pasolini (por la temática y el reparto de actores no profesionales), y Ettore Scola (por el espacio cerrado en donde todo transcurre).

¡Si no me cree, vaya a verla y después me cuenta!

  • “Cabros de mierda”
    Chile 2017

TRAILER DEL FILM:
“CABROS DE MIERDA”

PRODUCCIÓN:
Justiniano Films

 

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