La temática para los chilenos no es nueva y su desarrollo recuerda el cine norteamericano catastrófico de los años ‘70. Es por ello que pone tenso, pero no aterroriza…
Por JOBLAR
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
En Noruega también la tierra se mueve. La sismicidad ocurre lejos de los márgenes tectónicos y, por ello, se conoce como “sismicidad intraplaca” y sus efectos son menos peligrosos, con una frecuencia reducida. La región más afectada es el margen continental situado a lo largo de la costa y, por lo general, se trata de fenómenos de asentamiento, provocados por la deglaciación, que es relativamente reciente en esa parte del mundo (apenas pocos millares de años).
En efecto, la península escandinava se ha vuelto más “liviana” y las tierras emergidas —al reacomodarse— causan sismos de baja o mediana intensidad.
En 1904, un terremoto de magnitud de 5,4 grados de la escala Richter remeció a Oslo y sus habitantes esperan de un momento a otro un movimiento telúrico más poderoso.
Sobre la base de esa presunción, el director John Andreas Andersen propone una película con personajes de un film anterior: La última ola (Bølgen, de Roar Uthauq, 2015). Ellos son Kristian Eikjord (Kristoffer Joner), su pareja Idun Karlsen (Ane Dahl Torp) y Julia (Edith Haagenrud-Sande), la hija de ambos.
Sobrevivientes de un tsunami, los padres viven separados, pero vuelven a reunirse ante la inminencia de un desastre. Y se les une Marit (Kathrine Thorborg Johansen) la hija adolescente de un profesor, que acaba de morir en un accidente de tránsito y que había estudiado y anunciado la tragedia.
La película sigue la línea del cine catastrófico norteamericano de los años ‘70, en particular de Infierno en la torre (The Towering Inferno, de John Guillermin, 1974) y La aventura del Poseidón (The Poseidon Adventure, de Ronald Neame, 1972).
No impresiona tanto el derrumbe de los rascacielos vacíos cuanto los esfuerzos de los protagonistas para salir incólumes en un escenario que se presenta inclinadamente frágil. En ese plano, la mejor secuencia es la de la pequeña que se equilibra en el ventanal que se está trizando. Y también las peligrosas acrobacias en la caja del ascensor.
Son los ingredientes adrenalínicos que provocan la tensión, porque —para bien o para mal— estos desastres en gran escala, a los chilenos, nos toca verlos en las noticias nacionales o —¡peor aún!— en vivo y en directo.
(Skjelvet / The Quake. Noruega, 2018)
TRAILER DEL FILM:
“EL GRAN TERREMOTO”
Producción:
Drama Films