“NOCHE DE PAZ” — Comentario de CINE

Película polaca que, fuera del cine comercial, refleja una realidad amarga. Existe una especie de circularidad predestinada, que incide en el desarraigado y le impide salir de la trampa que significa salir del propio país para buscar una oportunidad en el extranjero. Una reunión familiar navideña no consigue ni paz ni amor…

Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile

¡Por fin una película polaca interpretada por polacos! El cine comercial tiene acostumbrados a los espectadores a ver a los polacos como protagonistas de chistes fósiles en lo que aparecen como tontos de capirote. O, generalmente, no se trata de polacos, sino de judíos que viven en Polonia, como El pianista (The pianist, de Roman Polanski, 2012) sólo por dar un ejemplo.

Una fiesta católica: la Navidad. Contrariamente al mundo estadounidense, en Polonia lo importante es la tertulia familiar y la misa de medianoche. No hay que olvidar que es un país prevalentemente católico y que la especulación comercial navideña en el territorio americano no la manejan precisamente los cristianos.

Es un momento de encuentro y, en una pequeña localidad rural al este del Vístula, reaparece sin aviso Adam, el hijo pródigo que partió a los Países Bajos y que —debido a su incomunicación desde hace largo tiempo— no es bien recibido por todos. El tema de las reuniones de este tipo, que terminan en bochornosas discusiones y agresividad, no tiene nada de nuevo. Sin embargo, en este caso, es importante verlo desde una perspectiva diferente, al menos para el espectador del llamado Tercer Mundo.

Polonia, que pertenece a Europa, no es un país industrializado que dé grandes alternativas a sus ciudadanos. Es así como los polacos han tenido que emigrar a otros países para buscar trabajo. Y Adam no fue el primero de la familia: su padre, Zbigniew, hizo lo mismo yendo a trabajar a Alemania y volviendo de vez en cuando para fecundar a Teresa, su esposa, y después dejarla a cargo de los hijos. Ahora es un alcoholizado, que trata de rehabilitarse y que sostiene que “sólo en Polonia se puede ser un ser humano. Para eso está este país. Para que podamos sentirnos humanos”.

Adam no ha dejado un buen recuerdo en Pawel, su hermano menor, y Jolka, su hermana mayor; está infelizmente casada con Marcin, mientras que no tiene un buen trabajo, a pesar de su título universitario (en un chiste muy conocido, recuerda que para ganar poco hay que tener uno). Sólo Kasia, la hermana menor, parece tener una esperanza y cumple con dos funciones en la reunión: toca el violín y graba con la cámara de Adam todo lo que ocurre.

El protagonista es un mentiroso impenitente y en un momento afirma: “No te gusta tu familia: sólo la tienes”. Lleva consigo un plan y trata de avalarlo al llegar en un auto de alquiler, que trata de hacer parecer como propio, después de haber hecho casi todo el trayecto en autobús: la panorámica con todos los pasajeros que orinan democráticamente en el terreno junto a la estación de servicio es todo un símbolo de la precariedad.

Lo que él quiere es vender la casa de su abuelo (otro alcoholizado, pero complaciente) para instalar una empresa en Holanda y devolverles el dinero a los parientes en la medida que va obteniendo ganancias. Su estrategia consiste en ir convenciéndolos uno por uno. Incluso su tío Jurek (acompañado en la cena por su esposa Basia y sus hijos Jacek, Ania y Gośka) cree que puede sacar una tajada de la operación.

Y la carta en la manga de Adam es anunciar que su novia está esperando familia: con ello consigue que se consuma vodka durante la cena, lo que ayuda a sus planes.

La psicología de los personajes está bien delineada. Un sólo ejemplo: cuando Adam llega a la casa, su madre dice de inmediato: “¡Te despidieron!”. Ni un gesto afectuoso ni especial alegría de los componentes del grupo. Definitivamente, el desarraigo es destructivo y la tierra de las oportunidades es una trampa de la que es difícil escapar.

La película me hizo recordar Secretos y mentiras (Secrets & Lies, de Mike Leigh, 1996) que —en su momento— me incomodó por hacerme sentir un intruso entre tanta discusión familiar. No voy a entrar en detalles, puesto que es el espectador quien debe buscar las hebras que permitan desenredar la madeja. Lo que cuenta es apreciar el delicado equilibrio que existe entre personas desilusionadas de todo. Los lazos afectivos se han debilitado y ni siquiera se esgrime una hipótesis contrafactual (“si las cosas hubiesen ocurrido de otra manera”), porque existe una suerte de predestinación circular que no da paso al libre albedrío católico.

Es Kasia la que, al dirigirse a la misa navideña, dice: “Quiero estar con todos”. Pero no hay “noche de paz” y menos “noche de amor”.

(“Cicha noc”. Polonia, 2017) 

 

TRAILER DEL FILM:
“NOCHE DE PAZ”

 PRODUCCIÓN:
Arcadia Films

 

 

  

 

********
JOBLAR EN
“RADIO UNIVERSIDAD DE CHILE”

Escuche los comentarios cinematográficos de JOBLAR en el programa “Escaparate”, que se transmite en “Radio Universidad de Chile” (102.5 FM) los días domingo, a las 21.00 horas; y además online en
www.radiouchile.cl
*********

 

 

Comentarios