“RICCHI DI FANTASIA” — Comentario de CINE

Comedia “alla italiana” que recuerda antiguas películas, pero con nuevas aristas. Reírse de las propias desgracias y carencias puede funcionar, pero también puede servir para ver la sociedad desde una nueva perspectiva…

Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
 

La verdadera “commedia all’italiana” comenzó en los años ‘50 y su nombre proviene de la película Divorcio a la italiana, de Pietro Germi (Divorzio all’italiana, 1961). Porque, tradicionalmente, hacer algo “a la italiana” es hacerlo sin sujetarse a las reglas, con mucha improvisación y esperando en la buena suerte.

De allí, grandes directores y conocidos actores y actrices, que llenaron las pantallas con sus “gags”, generosas curvas y graciosas muecas. Los argumentos, a pesar de la tendencia a enredarlos más posible, eran —en el fondo— muy sencillos y apuntaban unánimemente a un objetivo: reírse de sus desgracias y carencias.

El título de esta película, ambientada en nuestros días (hay varias estocadas al neoliberalismo), significa “ricos de fantasía” y presenta una historia increíble con personajes creíbles.

Sergio (Castellito) es un “geometra”, que en castellano traducen como “aparejador” y que se trata de un título de nivel medio (así como existe el de “contador”) en vías de extinción. Corresponde al que hace las mediciones para una excavación urbanística y es también jefe de obras.

Sabrina (Ferilli) es una cantante frustrada y abandonada por el conviviente, que tiene dos hijos: sirve como camarera en un restaurante y entona, con disgusto, canciones fascistas para los clientes que así lo exigen.

Pero antes de pasar al argumento, me siento en el deber de denunciar lo que me parece obligatorio: con el dueto Castellito / Ferilli se está tratando de recrear una pareja cómica como lo fue alguna vez aquélla constituida por Marcello Mastroianni y Sofia Loren. Sólo que, contrariamente a los que fueron capaces de actuar juntos en películas dramáticas (por ejemplo Los girasoles de Rusia / I girasoli, de Vittorio De Sica, 1969, o Un día particular / Una giornata particolare, de Ettore Scola, 1977), estos nuevos partners han dado muestras de sus capacidades en muchas películas, pero por separado. Ambos tienen un extenso curriculum, pero en Chile se les conoce poco: Castellito por Non ti muovere / Un loco amor, de él mismo, 2004, y la Ferilli por La grande belleza / La gran belleza, de Paolo Sorrentino, 2013.

Y vuelvo al relato. Los compañeros de trabajo de Sergio le juegan una broma y le hacen creer que ha ganado tres millones de euros en la Lotería. Ante este regalo caído del cielo, cree que ha llegado el momento de “rehacer su vida”. Deja a su mujer y se va con su hija, el hijo de ésta (que fue concebido de una fugaz relación gracias al “gin tonic” en una de sus excursiones de ONG) y su madre (que lo tuvo soltera en los locos años ‘80). Le pide a Sabrina que lo acompañe y ésta “aporta” un hijo que quiere ser futbolista famoso y una niñita que sólo vive para mirar teleseries protagonizadas por aristócratas y gente del jet-set.

Esta heterogénea “troupe” (muy afiatada, hay que reconocerlo) adquiere las características de un circo pobre cuando se descubre que lo del premio es un infundio y que ahora están más pobres que nunca. Pero ahí surge la astucia meridional italiana para enfrentar los problemas.

Yo llego hasta aquí, pero tengo que hacer dos comentarios. Existe una antigua película, que ignoro si se ha dado alguna vez en Chile —pero que yo vi en la RAI hace bastantes años—, intitulada A che servono questi quattrini? (¿Para qué sirve el dinero?, de Esodo Pratelli, 1942). En ella un arruinado marqués, interpretado por Eduardo de Filippo, demostraba que  en vez de dinero es necesaria la imaginación, esto es la fantasía. No sé qué influencia pueda haber en el director Francesco Miccichè, pero me queda claro que —después de casi 80 años— el principio sigue siendo el mismo.

Sin embargo, hay dos nuevas líneas de lectura, que permiten evaluar el film más allá de su objetivo de entretener. La primera tiene que ver con que ninguno (¡atención, ninguno!) de los personajes tiene un proyecto de vida al mediano o largo plazo, que implique un deseo de crecer paso a paso: pareciera ser que la sociedad se ha detenido sólo en la necesidad de consumir y vegetar.

Y la segunda es todavía más amargamente biliosa: sigue existiendo la lucha de clases, pero ya no es entre los que tienen los medios de producción y los que no los tienen. Ahora la conducen los pillos y los arribistas, los que ya tienen mucho dinero, pero quieren tener más.

¿Alguien se da por aludido?

(“Ricchi di fantasia”. Italia, 2018) 

TRAILER DEL FILM
“RICCHI DI FANTASIA”

 PRODUCCIÓN
Arcadia Films

 

 

 

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