“MI PAÍS IMAGINARIO” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Excelente documental de gran actualidad y de valor imperecedero. Patricio Guzmán es un gran realizador y, se esté o no de acuerdo con su línea ideológica, no se puede negar que es transparentemente sincero…


 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile

Patricio Guzmán, nació en Santiago de Chile, el 11 de agosto de 1941 (lo que coincide con el estreno de Mi país imaginario); estuvo prisionero en el Estadio Nacional —durante la dictadura—, y ha seguido su labor de documentalista sobre todo en Francia.

Tiene el espíritu y el método de trabajo del clásico, expresándose a través de cuidadosas y meditadas trilogías.

La principal, son las tres partes de La batalla de Chile: la lucha de un pueblo sin armasPrimera parte: La insurrección de la burguesía (1975); Segunda parte: el golpe de Estado (1976); Tercera parte: El poder popular (1979).

Prohibida en el país por más de cuatro décadas, pudo verse en la pantalla chica hace poco en un horario poco afortunado y dejó en claro el peligro que implicaba su difusión: la ciudadanía pudo tener una oportunidad de autodeterminación, pero fue abortada por los intereses creados, que han seguido rigiendo el país hasta el día de hoy.

La otra gran trilogía, es la que reúne a los grandes componentes del mundo material, que hacen posible la espiritualidad: Nostalgia de la luz (2010); El botón de nácar (2015); La cordillera de los sueños (2019). Son tres obras maestras, que comenté en www.candilejas.cl cuando se estrenaron y sobre las cuales sólo quiero insistir en su lirismo y su belleza audiovisual.

Mi país imaginario es una confesión de parte de Guzmán, que ve hacerse realidad aquel Chile que alguna vez imaginó. Él, que vive en ese París que ha sabido de revoluciones urbanas, siguió la revuelta de octubre de 2019, ya rotulada históricamente como “estallido social” y vino a filmarla con todos los riesgos que corre un documentalista. Era de nuevo el pueblo sin armas y capaz de repletar una plaza de la que después fue depuesto un símbolo no de la patria, sino del ejército chileno. Era una indesmentible muchedumbre de un millón y medio de personas desarmadas que era realista y exigía lo imposible: más democracia y un mejor nivel de vida. Era obvio que el chorreo no había funcionado, porque el recipiente aumentaba su tamaño, pero no chorreaba.

Era obvio que se hicieron millonarios los que lucraron con los ahorros previsionales, pero no mejoraron las pensiones. Era obvio que la educación y la salud eran bienes de consumo. Pero, sobre todo, que la riqueza en sí no implica felicidad.

Y Guzmán escuchó voces nuevas, en particular la del mundo femenino, remecido del sopor de ser considerado objeto de placer y de reproducción. Las opiniones recogidas por él resultan de una evidencia meridiana. Por ejemplo, esa multitud frenética que apunta con el dedo y grita: “¡El violador eres tú!”.

Aunque les duela a los que han manejado el poder, la fórmula “un hombre, un voto” sí puede funcionar y ya no significa votar por “la alegría que viene”, sino votar “sin miedo” por un cambio real. El verdadero miedo es el de seguir siendo esquilmado.

El cineasta entrega una obra cargada de subjetividad y de parte. Es de plena actualidad e incluye el plebiscito que hizo posible la Convención Constituyente, como asimismo la elección presidencial. Así, como en un sueño, ve aparecer nuevamente al país que desde siempre imaginó.

La película se abre con una entrevista a una joven que se protege antes de salir a una manifestación callejera, a la que va a participar no sólo por ella, sino por su hijo. Es todo un símbolo como su cuerpo adolescente desaparece dentro de su indumentaria y, por un momento, se aprecian sólo sus hermosos ojos celestes. Cuando éstos quedan ocultos con opacas antiparras, queda en claro que el neoliberalismo ha destruido a la juventud chilena haciéndola desaparecer en un submundo irreal.

Finalmente, de las tantas entrevistas, creo que merece recordarse la de la convencional Dámaris Abarca, tetracampeona de ajedrez, que recuerda que los peones son las piezas más importantes. Y da sus razones estratégicas, a pesar de que —por lo menos en la película—, no menciona lo importante que resulta que cada una de esas piezas es una reina en potencia.

(“Mi país imaginario”. Chile, 2022)


PATRICIO GUZMÁN
-DOCUMENTALISTA CHILENO-

 

TRAILER DEL FILM:
“Mi país imaginario”

 PRODUCCIÓN:
Market Chile

 

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