Comedia musical de corte familiar, que sirve de precuela a las dos versiones cinematográficas de los libros de Roald Dahl. Es un buen producto comercial que gustará a los seguidores de la franquicia…
PorJosé Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Círculo de Críticos de Arte de Chile
Al más puro estilo de Charles Dickens, en esta película el joven Willy Wonka llega a la ciudad con poco dinero y un sombrero de copa mágico del cual extrae chocolates y otros objetos.
Con un lenguaje casi hagiográfico, es un frágil taumaturgo que cae de inmediato en la trampa de la malvada gestora de una hospedería, que es en realidad una prisión de sus deudores que deben trabajar como esclavos en una lavandería.
Me parece que el director, Paul King, (Paddington, Pinocchio 2019), a partir de la magia de los chocolates, quiere denunciar al triunfante sistema capitalista que impide la iniciativa individual a través de los monopolios y que genera trabajo como servidumbre. Y lo más importante es que todo parece ajustarse a lo legal. Porque —todo el mundo lo sabe—, la ley es igual para todos, pero favorece a los que la escriben.
No voy a decir más que esto, porque las disgustosas figuras de los empresarios establecidos se soportan por su caricaturesca presentación y la prisión de Mrs. Scrubbit (una espléndida Olivia Colman), se suaviza con la simpatía de las víctimas, que lo han sido sobre todo de su ingenuidad. Es particularmente carismática la joven afro Calah Lane, que interpreta a Noodle, una especie de Oliver Twist femenina.
Por su parte, la Iglesia coludida con la corrupción está encarnada en un siempre paródico Rowan Atkinson y el cuerpo de policía por el sobreactuado doblajista televisivo, Keegan-Michael Key, que aquí aumenta su obesidad mórbida a ojos vista.
Pero lo mejor es el Oompa-Loompa de Hugh Grant, esto es un hombrecillo que interviene como acreedor de Wonka y cuya presencia persecutoria cobra particular importancia. Pertenece a una nación inventada por el galés Dahl, que acoge la tradición de los leprechauns, agregando así otro toque fantástico a la historia.
Una última referencia al actor protagonista. Timothée Chalamet (de padre francés y madre judía), ha participado en varias películas, como Hasta los huesos (Bones and All, de Luca Guadagnino, 2022), pero la gran oportunidad se la dio Allan Stewart Konigsberg (más conocido como Woody Allen), con Día de lluvia en Nueva York (A Rainy Day in New York, 2019).
Ahora, tal vez se consagre como el Paul Atreides de Dune, Denis Villeneuve (2021-2023), pero está lejos de ser un Kyle MacLachlan o un Johnny Depp. Le falta ductilidad y se nota que es un actor más dirigido que espontáneo.
Por su estructura de comedia musical, tiene números de bailes y canciones que podrán cansar a parte del público. En todo caso, sirven para confirmar la irrealidad del relato.
(Wonka. USA, 2023).
TRAILER DEL FILM:
“Wonka”
PRODUCCIÓN:
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