Svyatoslav Podgayevskiy vuelve a las pantallas de cine con otra película de terror planteada de manera correcta y más al estilo de la era Putin. Un espectro acuático, una maldición familiar y una constante simbología del agua conforman un relato complejo y atractivo…
Por JOBLAR
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
Quienes vieron La novia (consultar mi comentario en www.candilejas.cl), reconocerán de inmediato el estilo de Svyatoslav Podgayevskiy y a la actriz Viktoriva Agalakova, que tiene un cierto parecido con Amanda Seyfried.
De nuevo una casa antigua en medio de un bosque y una extraña familia. Esta vez el novio de la joven está ligado a una situación familiar poco clara, que incluye una madre muerta en misteriosas circunstancias, un padre ausente desde hace años, y una hermana poco comunicativa.
Al comienzo de la película se presenta un episodio que es la clave de lo que va a ocurrir.
El elemento fundamental es el agua, donde todo se origina y donde todo termina: el lago, las piscinas, el sótano inundado. El título en castellano induce a error, puesto que lleva a pensar en una mujer pez cuando, en realidad, se trata más bien de un espectro acuático.
No está demás que recuerde que las sirenas en la antigüedad clásica eran presentadas como aves con rostro de mujer (de hecho, los peces no cantan, pero los pájaros sí).
La protagonista está ligada sentimentalmente a un campeón de natación, pero ella no sabe nadar y le cuesta mucho aprender, a pesar de todos los esfuerzos que hace junto a su novio y a un amigo de éste con el que compite.
Problemas familiares la llevan hasta la casa abandonada, que está junto a un lago en el que aparece la muerta suicida, cuya tumba está ahora dentro del mismo. Su voz es insinuante (de allí la referencia a la “sirena”), pero presagia más muerte que vida. También cambia de aspecto, lo que la vuelve doblemente peligrosa. Y me detengo ahí para no arruinar el crescendo de los acontecimientos.
En suma, un relato complejo, pero también atractivo que aleja al espectador de la sobresaturada atmósfera de gores y splatters norteamericanos.
(“Rusalka: Ozero myortvykh”. Rusia, 2018)
