“LA QUIMERA” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Excelente película de temática realmente italiana, que se ve con agrado y que contiene una serie de mensajes acerca de la vida, la muerte y el amor…

Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile 

Era hora que se estrenara una película que no presentara Italia como una postal (Cuando ellas quieren más / Book Club: The Next Chapter. USA, 2003), como un lugar donde James Bond se enfrenta a sus enemigos (Spectre, 2015; Sin tiempo para morir / No Time to Die, 2021), donde van a efectuar sus tropelías los Rápidos y furiosos (Fast & Furious X, 2023), o a dormir Godzilla en el Coliseo (Godzilla y Kong: el nuevo imperio / Godzilla x Kong: The New Empire, 2024).

En La quimera se presenta una Italia real al estilo de Pier Paolo Pasolini o —más atrás aún—, de Roberto Rossellini, de Mario Monicelli o de Vittorio De Sica.

De hecho, creo que no es casualidad que Isabella, la hija de Rossellini, interprete el rol de Flora, una anciana que protege al protagonista y que está destinada a terminar en una casa de reposo por voluntad de su hija y sus nietas.

El protagonista es el joven inglés Arthur (Josh O’Connor) que, en el prólogo, viaja durmiendo en el tren (me recordó el comienzo de La città delle donne / La ciudad de las mujeres, de Federico Fellini, 1979) y que —al ser despertado por el inspector —no entrega el pasaje, sino un papel que (me parece evidente) certifica que viene saliendo de la cárcel después de dos años. Y (al parecer también) un vendedor de calcetines, que lo hostiga y que seguramente ha hablado con el inspector) lo denuncia ante las tres adolescentes que viajan en el compartimiento y que escapan.

Durante la película, se verán varias escenas oníricas donde incluso reaparecerán esos personajes, pero hay una recurrencia de una joven mujer que trata de desenterrar un hilo rojo. También, mientras trabaja, verá su imagen cabeza abajo, lo que recuerda a “el ahorcado” del tarot.

¿Cuál es el trabajo de Arthur? Se trata de un rabdomante que, en vez de agua, encuentra hipogeos etruscos, es decir, tumbas subterráneas.

Y tengo que decir de inmediato que los acontecimientos se desarrollan en la Etruria Meridional, es decir, en la provincia de Viterbo (Gallese Bassanello), y al Sur de Pisa (Riparbella). Es por eso que no se escucha el acento toscano, sino un dialecto derivado y contaminado del romanesco.

El público sigue la vida de los “tombaroli” (ladrones de tumbas), que saben que nunca podrán ser ricos como los gestores del mercado negro a los cuales proveen: simplemente sobreviven entre bandas rivales. Un detalle importante: no son los extranjeros los depredadores del patrimonio arqueológico, sino los propios italianos. Por ley, todo lo que se encuentre es propiedad del Estado. Pero también lo estatal es propiedad de todos y, por ello, por ejemplo, se puede ocupar una estación de ferrocarril abandonada.

Pero Arthur tiene su propia historia. Vive en una “mejora” fuera de las murallas de la ciudad en condiciones misérrimas y añora a su amor perdido, Beniamina, que murió, pero que su madre Flora todavía espera que regrese. El “inglés” no lo expresa con palabras, pero se entiende que quiere reunirse con ella como un nuevo Orfeo que busca a su Eurídice: por eso detecta tumbas subterráneas. Pero también encuentra, en la casa de su protectora, a Italia (nombre que es “tutto un programma”), una joven brasileña alumna de canto de Flora, pero en realidad su empleada doméstica que esconde a dos hijos en la casa en que sirve. No llega a ser interés sentimental de Arthur, pero la atracción resulta obvia.

Sin embargo, el recuerdo de Beniamina es más poderoso y tal vez el rabdomante pueda cumplir su sueño.

La directora Alice Rochrwacher (como su hermana Alba, que ya se vio “en acción” en Chile en Cosa voglio di più, de Silvio Soldini, 2010, y quien también participa en el film), tiene apellido alemán pero es florentina de nacimiento. Tiene seis largometrajes a su haber y me parece que es el primero que llega a Chile. Su deuda con Fellini la expresa en otros tres momentos: los frescos que desaparecen con el aire, la estatua que es llevada a las alturas y la escena nocturna en la playa.

La cinta está repleta de simbolismos: baste pensar al vuelo premonitorio de los pájaros (el antiguo “auspicio”). Pero, ¿qué tiene que ver la quimera? Se trata de un animal fabuloso e híbrido, porque tiene cuerpo de león, una cabeza de cabra sobre su lomo y una cola de serpiente: su representación más famosa es, precisamente, la “Quimera de Arezzo”, llamada así por el lugar dónde fue encontrada.  Y así parece un extranjero, compuesto de partes diversas. Pero también se le llama “quimera” a un sueño utópico.

Otro detalle interesante es la participación de cantahistorias que relatan la vida del ayudante de los “tombaroli”, aumentando su connotación casi legendaria.

Una hermosa película que lleva a pensar y que toma también ribetes de cuento de hadas, que excava la tierra y el inconsciente, llegando a convencer al protagonista —negando todo lucro económico—, que “cierta belleza no es para ojos humanos”.

Y, en realidad, ayuda a “estimar lo inestimable”.

(La chimera. Italia, 2023)

 

TRAILER DEL FILM:
“LA QUIMERA”

PRODUCCIÓN
Cine Canibal

 

 

 

 

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